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Basado en el artículo de Nelson Molina Ramírez (Economista, Abogado, Magíster en Estudios Políticos, Magíster en Educación, Desarrollo humano y Valores, Candidato a Doctor en Bioética) nos amplía la idea de la moral, preguntándose si es innata o adquirida. Partimos de allí para esta interpretación.

Para la comprensión de la moral que emerge en las familias es necesario dar una mirada hacia dónde parte ese concepto, cómo se construye y si se trata de un asunto innato o construido mediante la cultura y el entorno. El doctor Molina ofrece unas posturas que serán contrastadas con la pregunta de investigación.

Moral, ética, la ley y el entorno familiar

En la relación que existe en Colombia entre Moral, ética y Derecho debemos entender que la moral es una manifestación de la autonomía (Molina, 2013:92) y que se presenta como una convicción profunda entregada por la Constitución y la ley que garantiza la toma abierta de decisiones siempre y cuando estén enmarcadas en la Convivencia y en el no quebrantamiento de la norma jurídica.

Pero además de las normas jurídicas existen normas morales que son entendidas de manera diferente a la moral pues como lo define Molina “La moral es derecho natural, mientras que las normas morales son positivas”. (Molina, 2013:92); si bien las normas están dadas por la cultura y por el ambiente social, la moral se entiende como inherente al ser humano lo que lleva a determinar un comportamiento concebido como bueno o malo desde el nacimiento.

Por lo tanto aterrizamos en el plano de las normas morales que orientan al cuidado de los niños, niñas y adolescentes en el seno familiar y cómo las relaciones que se dan entre sus miembros las acatan y las interiorizan a la luz de la moral originaria; la ley 1098 de 2006 y las políticas públicas se orientan bajo principios fundamentales que no admiten contradicción o prevalencia de otros derechos que ostentan los adultos. Por lo tanto este cuadro normativo moral son necesarias en “La sociedad humana para que viva en paz, no entendida esta como la inexistencia de conflictos, sino como la posibilidad o las condiciones permanentes que permitan solucionar los conflictos de manera civilizada, exige la expedición de normas, leyes o códigos morales.” (Molina, 2013:92) bajo esta mirada podemos estar acercando la finalidad de la norma jurídica positiva con aquella que proporciona herramientas desde el mismo ser humano para afrontar desafíos en la garantía de derechos de los NNA.

La posibilidad que en el siglo XXI podamos discutir sobre esta área nos valida como una sociedad civilizada, que vive bajo las oportunidades que nos da la contemporaneidad y a su vez evita el estancamiento a través de los estudios sociales bajo la dinámica constante que se da gracias a las variables que son entendidas en las Ciencias Sociales, “la Evolución es un termino representativo que implica cambios con continuidad, normalmente con un componente direccional” (Molina, 2013:92).

Si nos situamos dentro de ese proceso evolutivo podemos entender que el trabajo realizado hasta aquí en pro de velar por la protección integral y la re-conceptualización de familia, sociedad y Estado en un entorno globalizado nos llevar a pensar en el mismo bajo las dos teorías evolutivas que plantea Molina citando a Lamark y a Darwin (2013); Lamark sostiene que “la información pasa del medio ambiente hacia el fenotipo y de este al genotipo; es decir, hay un acoplamiento entre las variaciones y las presiones selectivas ambientales” (pp. 93) por lo tanto las acciones emprendidas y las estrategias para el trabajo en familia y comunidades obedece a una interacción con el medio ambiente de donde emerge las problemáticas que afronta la familia, pero Darwin sostiene un punto distinto en el cual “el cambio evolutivo resulta de la selección o variabilidad de especies y supervivencia por la existencia. Las especies mejor dotadas tendrán mayores probabilidades de sobrevivir. Así? funciona la selección natural.” (Molina, 2013:93)

Este proceso evolutivo nos lleva a pensar no sólo en términos biológicos o en la simple sobrevivencia del ser humano y su relación con el entorno; nos inserta en el interés por conocer cómo construye elementos de interacción con el otro, cómo se adapta y actúa en distintos escenarios y cómo ese factor medioambiental dado en lo cultural permea su cuadro de valores, de intereses y de la imagen de su prójimo.

Una de las características del ser humano es la de estar inmerso en grupos con fines de sobrevivencia y es por ello que se organiza en sociedad, podríamos decir que es una herramienta de la que se vale para evolucionar y satisfacer necesidades básicas; en esa característica la familia es el grupo primario donde se nutre de conceptos básicos que luego terminan en juicios morales los cuales “no proceden de la religión, la familia, el Estado u otras instituciones, sino que es un instrumento milenario de supervivencia heredado que ha permitido que la sociedad progrese” (Molina, 2013:97) y determinan el rol que asume en cada grupo (por ejemplo la familia) y la relación e interacción que debe entablar con otros.

En la manera en que el ser humano evoluciona a través de la construcción de esos juicios morales que tienen una comunicación de doble vía, podemos entender ahora cuál es el rol que asume la familia en esa interacción cultural; qué puede ofrecer y qué recibe de la cultura. Para ello Molina define 6 elementos de la cultura y que cobran importancia cuando deseamos determinar esa relación familia-cultura: creencias, valores, normas-sanciones, símbolos, lenguaje y tecnología. (2013:98).

Estos elementos ofrecen a la familia las herramientas para definir roles y dar herramientas de afrontamiento a los conflictos bajo una validación cultural; según lo que el símbolo y el juicio moral que hagamos sobre él, lo contrastaremos bajo el espectro cultural y de esta manera actuaremos; en ello se incluye el cuidado y protección de los miembros que se encuentran ante una amenaza, inobservancia o vulneración, si el significado de unos malos hábitos o del descuido hacia un niño da un juicio moral que aprueba la cultura será admitido como explicación compartida o una idea común.

La moral entonces debe ser abordada en el plano educativo por tratarse de una constante construcción por todos los actores que llama la ley a la protección de los Derechos de los NNA de esta manera se convierte ella en un “un imperativo si se aspira a formar y fortalecer sociedades más justas y democráticas” (Molina, 2013:99) transcendiendo no sólo en explicar lo que está bien o está mal, sino en el reforzamiento de la idea de empatía; sólo pensarse en la posición del otro nos dará herramientas del perfeccionamiento de los objetivos que propende la Ley 1098 de 2006. Una tarea que no se ve distante si entendemos que los adultos fueron niños y que será más sencillo entender los retos, necesidades y dificultades que se tienen en este ciclo vital: “La empatía acabara desembocando en una ventaja evolutiva” (Punset citado por Molina, 2013:100).

La “educación empática” (si se puede usar el término) no debe avocarse en los términos asistenciales de principio y mediados del siglo pasado donde la inferioridad del otro provocaba sentimientos de culpa sobre quien era superior y trataba de resolver con inmediatez sus carencias; debe tratarse en términos de altruismo o como lo sintetiza Molina “La empatía como una expresión de la moralidad innata se expresa en el altruismo” (pp. 100).

Este ejercicio insertado en la dinámica familiar desarrollará inteligencia moral desarrollada por Molina (2013:102) la cual pretende perfeccionar la integridad, comprensión, responsabilidad y perdón (tolerancia, flexibilidad y compromiso por el bien común) como los ejes fundamentales en el Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos.

Quizá se trate de una tarea ambiciosa donde el conflicto permea el ambiente en Colombia y donde la resolución pacífica entra en contravía a la ley del mínimo esfuerzo y la justificación por medio de la naturalización del mismo pues “Si bien del cerebro salen mensajes de agresividad y violencia que parecen devolvernos a las más oscuras noches de las cavernas, también hace aflorar naturalmente comportamientos de empatía, colaboración, justicia, solidaridad que hacen pensar en un mundo mejor” (Molina, 2013:104).


REFERENCIA


Molina Ramírez, N. (2013). La moral: ¿Innata o adquirida?. Revista Colombiana de Bioética, [en línea] 8(1), pp.89-106. Disponible: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=189228429007 [Acceso 3 Mayo 2017].

About Samuel Ortiz

Trabajador Social egresado de la UCMC
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