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La historia Latinoamericana está permeada por el hecho de asumir mucho tiempo después los procesos que se realizan en Europa; se podría ver como una oportunidad de mejorar sobre los errores realizados allí (en el entendido que ya se hizo “la prueba piloto”), lo cierto es que generalmente sucede lo contrario: no sólo importamos modelos sino que agravamos los errores ya evidenciados en los procesos europeos.

Se pretende abordar las diferencias y semejanzas entre el fascismo alemán y el fascismo chileno, éste último en el contexto de lo que se denominó “Operación Cóndor”; a la luz de los elementos constitutivos del nazismo que propone Carlos Mario Molina Betancur (Camargo,2008), bajo el interés de diferenciar esta “desviación democrática” en el antes y después de la Segunda Guerra Mundial, de la conformación de las Naciones Unidas y de las distintas Conferencias que repartieron la riqueza del mundo entre las potencias.

Determinar las causas del surgimiento del fascismo chileno nos pondrá en un plano interesante, pues a diferencia de la República de Weimar, la explotación del pueblo chileno y su malestar iniciando el siglo XX no tiene su origen en otras naciones por obligaciones impagables de algún tratado de paz, sino del caos estatal ante el enriquecimiento de la clase burguesa chilena gracias a la bonanza minera del Salitre, produciendo una guerra civil que condujo finalmente al país a conformar un “estilo de gobierno” presidencialista que adoptó la vía del autoritarismo realizando masacres obreras y entregando prebendas a los grupos económicos influyentes. (Moulian, 1997).

Dicha estrategia tan débil no duraría mucho, sus grietas empezaron a evidenciarse con la fuerza gradual que fue tomando el Frente de Acción Popular en cabeza de Salvador Allende debido no sólo al discurso que reivindicaba los derechos del trabajador sino de la incapacidad de las familias tradicionales en el poder (los Alessandri por ejemplo) de atender las necesidades de los chilenos y de limitarse a acciones populistas sin peso como la organización del Mundial de Fútbol de 1962.

A Salvador Allende le costó tres jornadas electorales llegar a la Casa de la Moneda ante esa necesidad de la sociedad chilena de “sacudirse” del conflicto interno y de la inoperancia estatal frente a la clase trabajadora. Desafortunadamente el año 1970 traía consigo un contexto complicado por la necesidad por parte de Washington de asumir control en América Latina, no podía permitirse más influencia soviética (con Cuba era suficiente) y un plan de intervención militar no iba a ser aceptada por los estadounidenses después de lo inmanejable que resultó Vietnam, por lo tanto “la Casa Blanca necesitaba incidir sobre cualquier gobierno antinorteamericano para seguir dominante en la región” (Parades, 2004). Cuando Allende llega al poder en Paraguay ya estaba Stroessner, en Bolivia Torres y en Perú Velazco Alvarado. El plan ya estaba en ejecución.

En América Latina, los cambios radicales e inmediatos contienen prácticas autoritarias y alianzas con la clase tradicional; Salvador Allende pretendió llevar su plan de gobierno con el tiempo que ya no tenía, realizó negociaciones desgastantes con los partidos tradicionales negándose a los favores políticos y prebendas. El corto tiempo no le alcanzó y Chile empezó a caer en un momento en el que “la sociedad estaba saturada por expectativas paranoicas, odios profundos, ansiedad compulsiva de una resolución, sin importar demasiado la manera. Se había desarrollado un síndrome maquiavélico” (Moulian, 1997) un terreno abonado para el golpe militar del 11 de Septiembre de 1973.

Augusto Pinochet en 1968 como Coronel del Ejército publica su libro “Geopolítica” en el capítulo tercero agota su percepción fascista sobre la influencia del factor racial y la responsabilidad del Estado a estudiar el tema, proponiendo “traer inmigrantes para que esta corriente sea favorable al estado y que ella se arraigue al territorio, mezclándose su sangre con la aborigen como un medio de mejorar el valor racial de la población” (Pinochet, 1968: 148 subrayado y negrita propias), cuando tres años antes se había realizado la firma y ratificación de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial en la ONU.

En lo que respecta al carácter antisemita el estado fascista chileno creó la Dirección de Inteligencia Nacional - DINA que en trabajo colaborativo con símil argentina la Triple A realizaron una larga lista de personas a capturar con un gran porcentaje de apellidos judíos (Paredes, 2004). Pero el trabajo de las agencias no se limitó allí sino que su importancia estuvo en la persecución, tortura y desaparición de activistas de izquierda (en concordancia a los objetivos de la Operación Cóndor). 

La estrategia chilena en dos frentes:

La imagen de la izquierda-marxista-leninista como un enemigo público que iba en contra de los valores cristianos; con el claro apoyo de la Iglesia Católica. Una figura importante fue Raúl Hasbún, un sacerdote que ocupaba un amplio tiempo en radio y televisión para dar una postura política en favor del régimen y dando argumentos de lo “anti-cristiano” que es ser comunista.

La violencia sistemática de la DINA en una manera de operar semejante a las Schutzstaffel. Un caso de ello fueron los “119 chilenos desaparecidos "aparecieron" muertos en Argentina en una lluvia de noticias falsas que hablaban de avistamientos de miristas en Tucumán o cruzando la cordillera para entrar o salir de Chile” (Paredes, 2004) en una clara manipulación de la información. El asunto tomó tanto parecido con las SS Hitlerianas que se dice que se construyeron 1.168 centros de detención públicos y privados con diferentes fines de tortura (Memoriaviva.com, 2013).

En Chile el nacionalismo no pretendió una expansión territorial (como en Alemania) sino la contención de la avanzada comunista con intereses neoliberales. La estrategia de la Junta Militar fue llevar al país a la anulación política, por lo menos en Alemania existió un único partido. Se declaró un receso de la participación política debido al supuesto daño que había provocado los partidos políticos en la historia del país y la democracia, en palabras del General César Mendoza Durán fue “Chilena, pragmática, auténtica, autoritaria” (Pinochet y sus tres generales, 1978).

Una de las acciones más importantes del fascismo chileno fue el adoctrinamiento de masas sin una inversión tan alta como la hizo Argentina con el Mundial de Fútbol de 1978; optaron por intervenir las universidades, pues para el Almirante José Toribio Merino “las universidades son el centro de educación e incubación política especialmente en los países latinos” (Pinochet y sus tres generales, 1978), se reguló el pensamiento universitario nombrando rectores con formación académico-militar castrando la posibilidad de nuevo pensamiento. Por otro lado el control social en “una estrategia de integración militar de carácter internacional [...] que tuvo por objeto erradicar de la región no sólo el campo político y cultural de la izquierda [...] sino, principalmente, a los sujetos portadores de dicha cultura: su militancia, el conjunto de hombres, mujeres y niños que se insertaban en el horizonte de sentido que dicha cultura había construido” (Victoriano Serrano, 2010).

El factor social del régimen de Pinochet se acerca al alemán en términos de la negación de la democracia pero pone su sello gestando una la política social neoliberal en términos mercado-económico como lo exponen Saavedra Vásquez y Farías Olavarría (2014); esta política neoliberal promovida por Pinochet buscó el desarrollo a través de un crecimiento de pequeños sectores económicos de la vida nacional. Estas medidas en parte son las que defienden los simpatizantes actuales de la dictadura, argumentando que la fortaleza económica que cuenta Chile hoy en día es gracias a esas medidas.

Las prácticas parecidas entre el fascismo nazi y el liderado por Augusto Pinochet contienen algunas mutaciones pero se acercan por el desarrollo de la Operación Cóndor en términos de ejercer control social con maniobras de cierta aceptación popular. La sociedad chilena tardó hasta 1989 para retornar a la democracia en un gesto indiferente (sin la violencia que desató por ejemplo el pueblo paraguayo el 03 de Febrero en contra de Stroessner). La mayoría de países después de este periodo dictatorial hicieron público su rechazo juzgando a los ex-mandatarios y revelando archivos secretos que describen la barbarie; entre tanto en Chile se ha hecho poco, las honras fúnebres de Pinochet agruparon a 60.000 personas en medio de honores militares y hasta hoy, existen activistas que defienden y agradecen a la Junta Militar el proyecto desarrollado en las dos décadas que duró la dictadura.

La reflexión que trae este fenómeno para la América Latina del siglo XXI es de una transformación de las prácticas fascistas en un nuevo contexto de globalización y era de la información. La discriminación racial aunque no es abierta si es sistemática en las acciones, lejos aún están las reivindicaciones de la lucha indígena como es el caso del conflicto del Estado chileno con los mapuche, la expulsión arbitraria de los inmigrantes latinos en los Estados Unidos o el olvido estatal en zonas habitadas por indígenas como la Guajira o el Amazonas en Colombia por citar un par de ejemplos.

La práctica de segregación por ideología que dejó la Operación Cóndor aún sobrevive, quien tiene una postura de oposición es tildado bien sea de “terrorista” o de “imperialistas-conspiradores” según la corriente del gobierno de derecha en el primer caso o de izquierda en el segundo. No se queda en el calificativo sino en la excusa para ejercer persecución, violencia y desaparición.

Ahora las redes sociales permean el internet como un vehículo cómodo para el adoctrinamiento de masas donde rumores que se convierten en “tendencias” permiten la manipulación de noticias e información para desprestigiar o resaltar bondades inexistentes según sea el propósito; fenómeno que vivió Colombia en las elecciones del 2010 cuando Juan Manuel Santos gozó de ésta manipulación para desprestigiar a sus contrincantes.

El carácter socialista de los gobiernos de los distintos países latinoamericanos se caracteriza por el populismo, creando programas sociales que no buscan el crecimiento y desarrollo económico de las clases menos favorecidas sino que se limitan al asistencialismo con el ánimo de convertir beneficiarios en votantes.

De esta manera entendemos que América Latina carga aún con la herencia de las dictaduras y que aunque no se evidencian las características del fascismo en bloque, nos encontramos con hechos que brotan esporádicamente y dan a entender que no concluyó con el retorno de la democracia, sino que el apoyo que recibieron las dictaduras por parte de los grupos económicos dominantes en cada país aún permanecen intactos. En medio de todo es esperanzador vislumbrar que en los lugares donde sistemáticamente se persiguió la izquierda por medio del fascismo, los puso al inicio del siglo XXI como una opción de cambio (para bien o para mal) como los Kirchner en Argentina, Bachelet en Chile, Mujica en Uruguay, Morales en Bolivia y aunque de manera breve Lugo en Paraguay.


REFERENCIAS

Camargo, P. (2008). Introducción al estudio práctico del derecho y del estado. 1° Edición. Bogotá: Leyer.

Memoriaviva.com. (2013). Centros Detención. [online] Disponible en: http://www.memoriaviva.com/Centros/centros_de_detencion.htm [ 11 Mar. 2017].

Moulian, T. (1998). Chile actual: anatomía de un mito. 1° Edición. [Santiago, Chile]: ARCIS.

Paredes, A. (2004). La Operación Cóndor y la guerra fría. [en línea] Scielo.Org. Disponible: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-23762004000100007&lng=es&nrm=iso [ 12 Mar. 2017].

Pincochet y sus tres generales. (1978). [documental] Instituto National de l Audiovisuel: José María Berzosa.

Pinochet, A. (1968). Geopolítica. 2da Edición. Santiago: Ed. Andrés Bello, p.148. 

Saavedra Vásquez, J. y Farías Olavarría, F. (2014) Construcción neoliberal de la política social chilena en el discurso de Pinochet. Revista Katálysis, [online] 17(1), pp.22-30. Disponible: http://www.scielo.br/pdf/rk/v17n1/a03v17n1.pdf [12 Mar. 2017].

Victoriano Serrano, F. (2010). Estado, golpes de Estado y militarización en América Latina: una reflexión histórico política. [online] Scielo.org.mx. Available at: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-57952010000300008 [12 Mar. 2017].

About Samuel Ortiz

Trabajador Social egresado de la UCMC
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